No puedo parar de darle vueltas: el origen del estrés

stress

A veces nos sentimos espectadores de una película en la que los hechos se van sucediendo. Es como si fuéramos pasajeros de un coche conducido por un extraño. Nos invade la sensación desoladora de que no controlamos lo que está pasando. ¿A dónde vamos?, ¿Cómo podemos controlar lo que nos está pasando?, ¿Por qué ha tenido que pasar?,  ¿Y si va a peor?,  ¿Y si se vuelve a repetir aquello que fue un desastre?

 Lo cierto es que encontrarnos en una situación que no sabemos cómo resolver resulta agotador y que cuando esta situación se dilata en el tiempo, nos desgasta terriblemente. Desaparece el bienestar y aparece el estrés. Queremos buscar una salida, pero nos limitamos a ocupar nuestra mente pensando una y otra vez en ello.  Puede que nos responsabilicemos de lo que está pasado y nos sintamos culpables, o puede que nos sintamos víctimas de otras personas o de la situación misma, incluso que busquemos evitar enfrentarnos a la situación, pero todo ello sólo hace que vayamos aumentado nuestro estrés. Al no poder parar nuestros pensamientos y estar constantemente pensando en ello, nos sentimos débiles y en peligro, sin percibir como nuestro propio pensamiento está ayudando a provocar ese malestar.

Vivir está sensación es como ir en una montaña rusa, sólo podemos esperar a que pare. Sin embargo, depende de cómo vivamos ese recorrido, así será la experiencia. Cierra los ojos, observa como el corazón se te acelera, como el miedo te invade, y puede ser la peor experiencia de tu vida. El recorrido se hará muy largo y penoso, como si el tiempo no pasará. Estarás generando mucho estrés, que se quedará en tu cuerpo y posiblemente iría contigo el resto del día. En cambio, si al sentir esa misma sensación eres capaz de confiar en que estás en un lugar seguro, podrás liberar esa sensación riendo o gritando e incluso disfrutar del recorrido.

 Muchas veces será la percepción que se tenga y el pensamiento que se alimente lo que determine como vivimos el momento. Si somos capaces de reconocer nuestras emociones y nuestros pensamientos sin apegarnos a ellos, hacer las paces con ellos y soltarlos completamente, vemos que no somos nuestras emociones ni nuestros pensamientos, y adquirimos la perspectiva necesaria para vivir el momento de otra forma.

 Mercedes Ullod - Psicólogos Mataró