El pescador y el empresario

EL PESCADOR Y EL EMPRESARIOIba un día un empresario caminando por la playa, con su vestimenta acorde, traje caro, reloj caro, gafas caras… cuando se encontró con un pescador liado con su pequeña embarcación. El empresario se acercó al humilde hombre y le preguntó por su actividad. El pescador respondió:
-Pues acabo de llegar de pescar, estoy terminando de recoger las redes y, en breve, iré a casa.
El empresario asombrado preguntó, iniciando esta conversación:
-¿Cómo es posible que usted, a las 2 de la tarde, ya haya terminado con su jornada de trabajo y pueda irse a casa? ¿Cómo trabaja usted normalmente?
-Yo me levanto normalmente sobre las 8. Nos sentamos mi mujer, mis hijos y yo en la mesa a desayunar, nos tomamos un café y acompaño a los pequeños al colegio. A eso de las 9 vengo aquí, preparo el barco y salgo a pescar. En unas 4 horas he recogido suficiente para poder comer, aunque sin grandes lujos, toda la familia. Después de comer tengo un rato para dormir la siesta y, más tarde, voy a recoger a los niños del colegio. Estamos juntos por la tarde y al día siguiente, otra vez a pescar.
-Pero buen hombre, ¿cómo puede usted trabajar así? -propuso el empresario con su visión de negocio-. ¿No se da cuenta de que podría ampliar su jornada otras 4 horas y sacar hasta el triple de pescado, que podría vender para sacar un dinero extra?
-¿Y para qué lo quiero? -respondió el pescador dudoso.
-¿No es evidente? ¡Con ese dinero usted en poco tiempo podría comprar un barco más grande y en mejores condiciones!
-¿Y para qué quiero otro barco? -dijo el pescador sonriendo.
-¿Es que no lo entiende? Con un barco más grande podrá mejorar su pesca, aumentar el negocio y en pocas semanas seguro que tendría el dinero suficiente para comprar otro barco y contratar patrones.
El pescador sorprendido y riendo contestó:
-Pero, ¿y para qué quiero tener más barcos y patrones?
-¡No me lo puedo creer! Por supuesto para aumentar increíblemente la producción, ganar mucho más dinero y comprar todavía más barcos. ¡En meses o semanas tendría usted una flota de 80 barcos! ¡La producción sería increíble!
-Pero sigo sin entender para qué necesito tantos barcos y tanta pesca -apuntó el pescador, que ya no podía aguantar la risa.
El empresario, casi perdiendo los nervios y dando el caso por perdido, añadió:
-¿Usted no entiende que con una flota tan grande, empleados contratados y un negocio tan grande, podría tomarse la libertad y la tranquilidad de reducir su jornada de trabajo a sólo 4 horas, ir a comer a casa con su mujer y tener la tarde libre para dormir la siesta y poder ir a recoger a los niños al colegio?
El pescador sonriente sólo añadió:
-¿Y no tengo ya todo eso?

Anónimo